11 oct 2009

Ciudad de Vida,Ciudad de Muerte.


¨Solo hago historias que me apasionan.Quiero que la gente sienta mi corazón¨.

     Abandonar la ciudad que me entregó tantas experiencias fue como dejar atrás un pueblo devastado por la guerra,triste.
     Es que las sensaciones tan fuertes que viví me quedaron talladas en la película de mi memoria estas tres semanas de festival.Trataré de exhibirla en estas lineas con los pocos recursos con que cuento pero con  la pasión que nace de mi technicolor :intentando recrear con letras mis visiones.
     Ciudad de vida Ciudad de Muerte narra en blanco y negro la cruenta historia de la invasión japonesa a la capital de china Nanjing en 1937.La que estoy editando no es tan brutal como la guerra; oscura y triste,todo lo contrario, esta historia esta basada en la vida...
    Saint Jean de Luz es un pequeño pueblo rico en historia,costumbres,paisajes y sobre todo calor humano.Allí el movimiento extiende sus alerones al máximo para desacelerar el ritmo del tiempo como lo hacen los automovilistas para permitir el paso de los peatones, y tu sientes esa sensación agradable de sustento.
     Allá no manda el pueblo,pueblo suena a ramplón!.Allá manda el ciudadano, el ciudadano que anda a pie ,que esta mas indefenso, ese domina sobre el conductor,ambos lo saben pero ninguno ultraja los derechos del otro.No voy a entrar en detalles de seguridad porque sería despertar envídias,solo les adelanto que al cuarto día fue que ví a los primeros policías transitanto en una furgoneta,yo diría que andaban de paseo también.
     El paseo de Gambetta es el escenario donde converge toda la actividad turistica y comercial. Como la arteria femoral que nutre a la ciudad del plasma que la anima.Sus balcones engalanados de flores dan marco a la mezcla de colores,olores y gente que deambulan  de arriba a abajo en un infinito vagar.Sentado en uno de los tantos bancos me respiro casi todo el aire entre suspiros tratando de tragarme el recuerdo y el placer que donaba la tarde...la melodía de un acordeón le pone música a la escena con notas cosmopolitas que complacen a todos los gustos.
     Ahora, como en una plaza taurina, el acordeón cambia su tonada  y con ella cambia el tercio de la tarde; un organillero viene en su ayuda para lidiar unos cuantos euros mas que pongan fin a una buena faena ,permitiendo  con ello una cadencia perfecta a los últimos rayos de sol que tratan de acariciar los miradores y las purpuras  ventanas de madera,típicas de los pequeños palais vascos de tres plantas.
     Todo discurre como el agua de la bahía cuando abraza incansablemente la pálida y fina arena de la playa, abajo en la ensenada la música es el sonido de las olas, aquí es el dueto de estos dos instrumentos y las voces francófonas las que dan sonido a la calle.
    Inadvertido, el paseo continua hacía abajo pasando por la Catedral de San Juan Bautista;en ella contrajo matrimonio Luis XIV con la infanta María Theresa de Austria,como recuerdo de su boda el ¨rey sol¨hizo condenar un hueco lateral a la iglesia por donde entró aquel día en señal de soberbia,como para que núnca nadie pudiera pasar por donde el lo hizo.Cosas del absolutismo que a veces hoy se repiten.
     Al terminar de transitar por el bulevar rompemos en en plaza Luis XIV flanqueada por una serie de tabernas con mesas al aire libre que le dan colorido y ambiente de feria.En su hermosa glorieta se presentan actos culturales propios de la región todos los domingos al terminar la misa.En la noche, las tascas que bordean el coso son el sitio que da albergue a cientos de turistas y citadinos para degustar los frutos del mar que abundan en la zona.La gente conversa,la gente se divierte,la gente bulle con la mixtura del  piperade.Saint Jean de Luz es eso;una rica mezcla de aliños (culturas) que le dan sabor al paladar de la vida.
     El sonido de una suave gaita provoca la curosidad para descubrir a un grupo de hombres del pueblo muy alegres entonando canciones tradicionales.No hacía falta entender vasco para captar lo intenso de la letra porque sus interpretes expresaban con sus instrumentos y sus voces un sentir profundo, sin complejos.
     Detrás de la plaza esta el puerto pesquero donde anclan los pequeños barcos abarrotados de sardinas,anchoas y otras especies marinas para venderlas en el mercado.Desde el puente, amarrados al muelle, era como ver flotando un arco iris  de madera al vaivén de la marea;con qué ímpetu destacaban el verde,el rojo y el amarillo!.
     Al fondo del atracadero, en la otra orilla, se divisa Ciboure con la casa de Ravel (el bueno,no el de la tonadita tenebrosa que repiten hasta el tormento) que se fascina mirando el compás con que se mueven las embarcaciones amarradas como quizás las miró el genio Maurice Ravel para dar buena vela a sus inspiraciones.
     Con las notas del Bolero de Ravel susurrando en mi memoria voy marcando el retorno de esta travesía,como en un ensamble de instrumentos procuré ir aglutinando una por una mis visiones en cada paso recorrido hasta completarlas todas en una sola  pieza no tan brillante como la del maestro francés...el logro de mi obra se basa en la simplicidad de compartir momentos,solo en eso.No pretendo otra cosa.

FIN

EPÍLOGO

Pese a estar abrumado por la inminente partida, la suerte no negaba de regalarme momentos que mi mente no dejaba de captar: mientras hacía la fila para entregar mi equipaje en el aeropuerto,apareció furtivo el galardonado con la Concha de Oro del 57 festival de cine  de San Sebastian del 2009 a la mejor película por ¨Ciudad de Vida,Ciudad de Muerte¨ Lu Chuan.
Todavía con su premio entre las manos accedió amigablemente a un dialogo de unos cinco minutos que reafirmó mi convicción en esta creación.Al interrogarlo sobre la razón por la que hacía películas,me afirmó con certeza:¨...quiero que la gente sienta mi corazón¨.
Eso intento;que sientan mi corazón inadvertidamente paseando.







 
     
   
    
     
 



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